6 de noviembre de 2010

Festival de vulgaridad

Cuando uno va a Chapín, al menos hoy por hoy, ya sabe que se expone a ver mal fútbol, muy mal fútbol, a veces hasta provocar crisis existenciales en las que me pregunto "qué hago aquí". Aunque, para ser justos, esa sensación de desencanto suele venir acompañada de lo que he de presenciar en la grada: una vulgaridad que sí está garantizada. La exhibición de hoy ha sido abundante. Durante el primer tiempo, buena parte de la grada de gol norte se ha desfondado increpando e insultando a la afición rival: algo menos de cien aficionados del Recre.

Suele pasar con algunos equipos andaluces: el Recre y el Málaga son odiados por decreto, mientras que me resulta una incógnita lo que sucederá con las aficiones de Granada y Betis cuando vengan. Con el equipo verdiblanco la cosa promete estar divertida: apuesto a que la gente no sabrá cómo reaccionar, entre la simpatía que respeta ese equipo, por un lado, y el servilismo patético de los hinchas más cazurros al Sevilla y los Biris.

El 'patriotismo futbolero' no deja de ser gracioso. Para posicionarse primero hay que escoger entre ser español o andaluz. Y no valen medias tintas: hay que elegir entre el aguilucho y la estrella roja. Descerebrados sin argumentos decididos a enemistarse con gente de su tierra.

Pero lo que inicialmente quería destacar en este post es un cántico que he oído esta tarde y que me ha parecido un sublime alarde de rima y métrica. A los tradicionales "Huelva es un pueblo portugués" (ahí está, donde más duele) o la más razonable"Son cuatro gatos, Onuba son cuatro gatos", se unió después un llamamiento definitivo, inédito para mí...:
"Fresas de Francia. Consume fresas de Francia" (bis)
Ahí queda eso. Me ha encantao.

Ah, el partido, 1-1, horroroso. Como el árbitro.

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